UNA INICIATIVA DE

El valor de la vida

Despertarse por la mañana, desayunar, revisar la agenda, trabajar, hacer deporte, volver a trabajar. Ir a la compra, revisar Instagram, ver una serie de Netflix, estar cansada, irte a la cama, y ya de nuevo, es mañana, y así semana tras semana… casi hasta el 31 de diciembre que nos echamos las manos a la cabeza, por sentir que la vida ha sido tan monótona que cuesta encontrarle el sentido. 

En los últimos tiempos, la vida se ha convertido en un checklist de cosas que hacer para poder cumplir con las expectativas de la sociedad, de la familia, de la pareja, o incluso con las que creemos nuestras, cuando no hemos  tenido el tiempo de pararnos a escucharnos, a reflexionar y a elegir libremente. 

Podríamos decir que estamos en un sistema que deshumaniza la vida, y que ha pasado a definir la calidad de esta, en relación a lo que tengo, no tengo o me gustaría tener, en vez de lo que soy y puedo llegar a ser. 

Por lo tanto, nos preguntamos: 

¿hemos desvalorizado la vida? 

Puede que la respuesta sea que sí, pero tranquila, estamos a tiempo de cambiarlo

Una de los aspectos que hace que la respuesta anterior sea afirmativa, es que, probablemente, has olvidado que lo que más valor le da a tu vida es que es tuya, y por lo tanto, tú eres lo más importante de ella. 

Que tú estés hoy aquí no es algo casual, tienes algo que aportar al mundo y a las demás personas, aunque todavía no lo sepas. Todas las personas tenemos aptitudes y carismas únicos e intransferibles, aunque a veces, por cuestiones ajenas a nosotras, esto pueden caer en el olvido. 

Es posible que, en algún momento, sin darnos cuenta y debido a las experiencias de la vida,, nos hayamos  desenfocado.  Es por eso que hoy nos toca preguntarnos: ¿hacia dónde estoy mirando? ¿Dónde he puesto el foco de mi vida? 

Como decíamos anteriormente, si el valor está en lo que tengo materialmente no podré darme cuenta de que, nuestras antepasadas, no tenían nada y lo tenían todo, probablemente porque eran capaces de mirar hacia dentro y  reconocer sus dones y sus potencialidades, para desde ahí, seguir construyendo y dando valor a su vida. 

Por ello, lo primero que puedes hacer para conectar con el valor de la vida es enfocarte en ti, cambiar  tu mirada de fuera hacia dentro, para poder descubrir tu esencia, pues eso es la vida, un tesoro, que nos permite ir  descubriendo cada día qué sentido tiene para cada una de nosotras estar vivas. 

Esto puede resultar complejo, y en realidad lo es, ya que, debido a los ritmos frenéticos de nuestro día a día, pocas nos permitimos parar para hacer este trabajo de autoconocimiento y autodescubrimiento.  

Además, en muchas ocasiones -quizás más de las que nos gustaría-, la vida nos presenta situaciones que nos  hacen dudar de nuestros motivos para estar vivas, creemos que lo que hemos vivido ha sido tan duro y devastador que ha arrasado con nuestro sentido de la vida.

Pues bien, todas las emociones desagradables, como el resto de emociones, tienen una función, y poder transitar por ellas favorece ese camino de autodescubrimiento, que te ayuda a poder conectar de nuevo con tu SER

Viktor Frank, en su libro “El Hombre en Busca del Sentido”, afirma que incluso en situaciones traumáticas -como  eran los campos de concentración-, si la persona tiene una sola cosa por la que vivir, su mente y su cuerpo  lucharán por sobrevivir. 

Por tanto, para saber cuál es el valor de nuestra vida tenemos que buscarle un sentido, un para qué. Aquí hay algo que no debes olvidar: aunque no lo creas, tu vida tiene un para qué, y ese “para qué” es lo que te hace única e  insustituible

Nadie podría reemplazarte en caso de que tú no estuvieras. 

La manera en que podemos conectar con este sentido, en primer lugar, será poniendo el foco en nuestras  necesidades. Es muy importante validar aquello que hoy estoy necesitando, y que puede no ser lo que necesite mañana,  porque en la capacidad de elegir, está el descubrimiento.

Y recuerda, la vida es un tesoro que necesitamos ir descubriendo, por lo tanto, es fundamental, que te permitas tener opciones, que no permanezcas estática, para así poder ir hallando dónde está el motivo por el que hoy vas a vivir. 

Esto nos exige vivir nuestra propia vida, y no la que vemos tras la pantalla. Fijarnos y compararnos con otras personas,  algunas incluso completamente desconocidas para nosotras, de las cuales no vemos más que lo que nos quieren  mostrar. 

Cuando hacemos esto nos volvemos a desenfocar, a poner la mirada hacia fuera, y creer que no hay nada en nosotras. 

La vida nos pide vivirla, mantenernos activas, en búsqueda, prestar atención a nuestras experiencias, crear  oportunidades, no esperar a que las oportunidades vengan, no quedarnos ancladas en qué pasará o limitarnos por situaciones que pertenecen al pasado. Esta actitud ante la vida evita que miremos al futuro y nos permite quedarnos en el presente. 

La magia de todo esto es que nunca es tarde. No existe un momento para empezar a buscar, ni uno para  dejar de hacerlo. 

Cada día es una buena oportunidad para parar, dedicarte tiempo y redescubrir tu sentido del hoy. No te preocupes si algún día sientes que no eres capaz de encontrarlo, pues eso no implica que al día siguiente no  puedas ponerte a buscarlo de nuevo.  

Asimismo, no tienes por qué buscar ese sentido sola. A veces, los acontecimientos que hemos tenido que vivir han nublado tanto nuestro sentido que necesitamos que otra persona nos ayude a quitar la neblina, para poder observar con luz, con nuestra propia luz.

No tengas miedo, es normal que en algún momento te sientas así, pide ayuda, no estás sola. 

Pero por encima de todo, recuerda lo más importante: 


El verdadero valor de tu vida, eres TÚ.

Psicóloga especializada en discapacidad intelectual y exclusión social.

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