UNA INICIATIVA DE

Duelo por suicidio

Cuando muere una persona cercana y querida sentimos una gran pérdida y vacío. Si la muerte es por suicidio, el duelo va cargado de un huracán de emociones más complejo.

¿Qué es un duelo?

El duelo es un proceso psicológico que aparece ante una pérdida significativa. No se trata de una enfermedad o trastorno mental, sino de una respuesta natural y adaptativa al dolor y al amor que sentimos por esa persona. Todo el mundo lo experimenta o experimentará en algún momento de su vida.

Es un camino íntimo, personal y subjetivo que transita la persona hasta aceptar la muerte, recuperar su estabilidad y retomar esa nueva vida sin el ser querido. Durante ese trayecto cada persona avanza con sus propias herramientas y mecanismos de afrontamiento. 

El amor no es una patología

Fases del duelo

¿Cuánto dura un duelo? Dependerá de muchísimos factores. Los estudios y las experiencias reales de otras personas nos hablan de una media de 1 o 2 años, pero también podemos encontrarlos de 3 a 6 meses, de 3 años, etc. hasta cerrar el ciclo.

¿El duelo tiene final? Sí, pero recuerda que cada persona tiene sus propios tiempos. No es adecuado forzar a alguien para que avance a un ritmo que no es el suyo, o estaríamos enviando el mensaje de que sus emociones no son válidas y lo está haciendo mal.

La teoría de las 5 fases del duelo de Elisabeth Kübler-Ross nos habla de que, de forma natural, recorremos varios estados emocionales durante la elaboración del duelo.

Estos estados son; la negación, la ira, la negociación, la tristeza y la aceptación. Pero no siguen siempre ese orden y pueden estar sucediendo varios a la vez con diferentes intensidades.

Con el tiempo, las emociones más desagradables van perdiendo fuerza y la aceptación gana espacio.

Ten presente que superar el duelo no implica dejar de querer a esa persona o no echarla de menos. Cuando se elabora el duelo por completo, la pérdida se recoloca en un lugar de nuestro cuerpo y nuestra mente menos doloroso y desgarrador.

No tienes que cumplir las expectativas de nadie, tus emociones son válidas

Manifestaciones del duelo

El duelo no es algo que nos pase en la vida de manera pasiva, son un conjunto de respuestas activas que se dan al chocarnos cara a cara con el dolor. Algunas de las reacciones más comunes son las siguientes:

  • Manifestaciones fisiológicas: sensaciones físicas y somatizaciones muy vinculadas a la ansiedad (dificultad respiratoria, estado de alerta, aceleración del pulso, mareos, etc.).
  • Manifestaciones emocionales: aquí caben todas las emociones, pero las que más destacan son la culpa, la soledad, la vergüenza, la rabia, la tristeza, y también el alivio.
  • Manifestaciones cognitivas: pueden aparecer imágenes y pensamientos intrusivos, mucha rumiación, búsqueda de respuestas, dificultades para concentrarse…
  • Manifestaciones conductuales: se trata de aquello que hace la persona, como evitar lugares u objetos que le recuerdan al ser querido, llevar objetos suyos a modo simbólico, llorar, etc.

¿Qué pasa cuando el duelo es por suicidio?

La muerte por suicidio es repentina e inesperada. El entorno puede hacer preguntas incómodas o que invadan tu espacio personal, el suicidio carga todavía con un gran estigma y tabú en la sociedad. Por todo ello, el duelo por suicidio puede ser más complejo, largo y doloroso que el resto de duelos.

Características del duelo por suicidio

La muerte por suicidio genera un gran shock e incredulidad en las personas más cercanas, también llamadas supervivientes. La desorientación y el impacto inicial muchas veces puede complicarse dependiendo de cómo se comunique la noticia y de la atención que reciban por parte los servicios sanitarios y de seguridad.

Por desgracia, en ocasiones, esa atención tiende a ser poco adecuada y la red de apoyo tiene dificultades para acompañar a las personas en duelo.

A continuación, puedes leer las características principales del duelo por suicidio:

  • Rumiación y muchas incógnitas sin resolver.

En la mente de la persona en duelo pasan decenas de preguntas que quizá queden sin respuesta. ¿Por qué no me di cuenta? ¿Me mandó alguna señal? ¿Podría haber hecho algo para salvarle/la? ¿Cómo reaccionará mi entorno si lo explico? ¿Qué pensarán? ¿Cómo ha sido capaz?

  • Gran sentimiento de culpa 

El duelo por suicidio está cargado de autorreproches. Es muy frecuente sentir que se “tendría que haber hecho algo más”. La falsa sensación de control a veces ayuda a sostenerse hasta que se puede dar paso sin filtros a la incertidumbre y la tristeza profunda. La culpa puede aparecer también al experimentar emociones agradables como la felicidad o el alivio o, en caso de haber perdido una pareja, al conocer a alguien nuevo.

  • Estigma, tabú y vergüenza

La experimentación de vergüenza está más vinculada al estigma y al ojo crítico de la gente que no comprende el suicidio y tiene creencias erróneas sobre él. Es posible que las personas supervivientes prefieran no explicar que la muerte ha sido por suicidio, para evitar una marca que les persiga

Esto puede generar diferencias en el núcleo familiar si no están de acuerdo en la manera de actuar. En ocasiones el suicidio viene acompañado de un silencio abismal, donde no se nombra ni se habla de lo que ha sucedido. Esto es un gran muro a la hora de conectar entre ellos y de facilitar el proceso de duelo.

  • Se rompe el sistema de creencias y el autoconcepto

La persona juzga su capacidad para ser madre, padre, hermano, amiga… ¿Dónde queda mi rol ahora? ¿Acaso lo hice mal? ¿La persona que se ha suicidado lo ha hecho porque me rechaza? ¿Porque quizás yo no era suficiente? El sentimiento de abandono, junto a la rabia y el dolor, abren una brecha en la autoestima. 

Por otro lado, ha sucedido algo que pensaba que era imposible, algo que no se esperaba y creía que jamás me tocaría vivir. Como consecuencia, el mundo puede empezar a percibirse como un lugar menos seguro.

El duelo es diferente en cada persona

Duelo por suicidio en la infancia y adolescencia

¿El dueño en la infancia y adolescencia es más doloroso o intenso? Lo viven también de forma variable dependiendo de la persona y de su edad evolutiva. Los niños y niñas están preparados para recibir esta noticia, pero no están preparados para gestionar y entender las mentiras o la falta de información.

A veces esperamos que actúen como los adultos y a la vez les sobreprotegemos. Lo mejor que podemos hacer es respetar su propio proceso, atender a sus necesidades y hacerles partícipes de las decisiones que les impliquen y de los rituales de despedida, si así lo desean.

Las reacciones más comunes que se pueden identificar son: tener conductas de riesgo, conductas regresivas, cambios en el rendimiento académico, rabia, dolores físicos, miedos, desajustes en el sueño y en la alimentación, apatía, preocupación por la muerte y muchas preguntas.

En la infancia y adolescencia el dolor es el mismo, lo que cambia es la forma de expresarlo

Afrontar un duelo por suicidio

Al inicio del duelo, pensar en superar la muerte de la persona que queremos puede ser desbordante, pero con el tiempo encontrarás tu propio modo.

Rodéate de personas que no te juzguen, de confianza y que te hagan sentir bien. Expresa tus emociones y lo que necesitas. Comparte cómo te sientes y deja que otras personas cercanas hagan lo mismo.

Existen asociaciones de supervivientes, donde puedes reunirte y rodearte de personas que han pasado por algo similar, y que por ese motivo tendrán más capacidad para comprender tu sufrimiento y arrojar luz a lo que te está sucediendo. Si es necesario, no temas en acudir a una profesional.

Resérvate un momento cada día para conectar con la pérdida, llorar, escribir, recordar o aquello que necesites. Cuando puedas, trata de recuperar tu rutina. Cuida tu alimentación y descanso, puedes hacer un poco de ejercicio a diario para mejorar las horas de sueño.

Trata de no pensar qué pasará a largo plazo, ni ponerte presión y prisa para estar bien. Piensa, día a día, qué puedes hacer para cuidarte y para estar mejor. No puedes subir la montaña en tres zancadas, focalízate en el paso a paso y las decisiones serán más sencillas.

La vida no será la misma, pero volverá la esperanza. Esa persona ocupará un lugar nuevo y el dolor y la pena, aunque permanecerán, serán emociones con las que convivir de forma más fácil.

Psicóloga integradora especializada en emergencias, duelo y trauma complejo. Experiencia con colectivos con discapacidad, en especial con Personas Sordas. Es curiosa y siempre está en constante formación y autoconocimiento para ofrecer lo mejor de ella.

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